martes, 16 de junio de 2009

Ansiedad



























































“Desgraciado el país que necesita héroes...”Bertolt Brecht (1898-1956), dramaturgo y poeta alemán, fue quien acuñó la frase. Vivió en una época convulsa y compleja, donde el ascenso de algunos sectores de la población a una ya incipiente e influyente burguesía determinaba una aislamiento del individuo en sí mismo, que él consideraba la mayor riqueza del colectivo humano. El ser es aniquilado por la fuerza del capital, siendo éste el nuevo dios que todo lo rige, todo lo domina, todo lo pragmatiza.
A vueltas con esta entrada y rodeado de toda la pomba y boato que corresponde al mes de junio (será el verano...), me pregunto qué sucederá si cierto presidente equivoca sus predicciones, si una aclamada figura deportiva (de la que, creo, ya he hablado en algún post anterior) no culmina la jugada para la cual ha sido encumbrado. Ya sé que el “más de lo mismo” me invade en un momento en que nadie mira alrededor con respecto a otras cuestiones (...o si se hace no se nota... ), pero, precisamente en unos tiempos en que organizamos una protesta por que un equipo está en segunda (¿se acuerdan aquella en la que cierta afición hispalense no quería a su idolatrado equipo en categoría inferior?), pero no nos implicamos a la hora de haber ejercido nuestro derecho al voto ( y encima maldecimos los resultados ). Preferimos celebrar el que un español (estadísticas aparte) es un figura en el país de los rascacielos que no desconectar los televisores donde la bazofia invade unas imágenes destinadas al entretenimiento más chavacanero. Menos mal que Punset se ha cambiado de horario...
No quiero imaginar cuando las expectativas más esperanzadas se lleven al traste las ilusiones más anheladas. Nos convertiremos en el país del “siempre esperando”... a que otro solucione el problema. Mientras, la velocidad de las motocicletas nos hipnotizará tanto que no sabremos disfrutar del paso a paso de la vida.
¿Es la banalización de las costumbres, los hábitos, el triste final de las sociedades opulentas, satisfechas, hartas? ¿Dónde está la conciencia, la idea de colectividad que se nos “inculca” en la escuela? Es un buen momento, “crí... tico”, pero bueno, para reconducirnos a lo humano.
No nos engañemos. Fernando Torres defiende la mercadería. Lo que ocurre es que él, en sus últimas declaraciones, también querría ser el héroe ascendido al Olimpo. Y que lo admiren las multitudes. En mi caso, prefiero ser querido; aunque sean unos pocos.

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