lunes, 24 de agosto de 2009

Universidad...













































Quiero pensar que en el terreno en que no movemos, o nos vamos a mover a partir de la fecha por nuestra futura competencia profesional, el uso que se haga de las nuevas tecnologías tenga que ver con la utilización de una herramienta más. Una herramienta que permita una multiplicidad de oportunidades a la hora de conseguir acceder a información, sea privilegiada, lejana, con otro lenguaje, etc., para un mayor enriquecimiento personal o de mis semejantes. No es una declaración de buenas intenciones, sino una visión práctica de lo que pienso que debe de ser la cibercultura, entendida ésta como un modo de actuación amplio y comunicativo, sin que la prisa, la velocidad de acceso, el afán por la apropiación de conocimientos sea el leitmotiv que me distinga.
El autor manifiesta en su exposición toda una serie de consecuencias bienintencionadas de una nueva forma de vida que nos integra a todos, nos hace más próximos, más iguales, nos permite un intercambio…¿real?...; ¿verdaderamente?.
Opino que intenta describir una sensación de vivir, es decir, un deseo de hacernos creer qué es el futuro. Pero éste, según el texto, está salpicado por una serie de términos que relacionan más el mercantilismo, la consecución de bienes y servicios, sin moverse de casa, por así decirlo. Todo con una rapidez vertiginosa, donde los empresarios, los nuevos ciberburgueses, impulsores de las sociedades a través de las diversas etapas históricas, sean los que determinen el modus operandi del resto de la población, abarcando el máximo de los territorios, siempre comerciales, del planeta. Ello conlleva a un cambio en las mentalidades, en la política ciudadana, etc., contrayendo nuevas pautas y compromisos que, bajo mi punto de vista, alejarán a unos de otros.
¿En qué consiste, pues, la socialización en los ámbitos locales, el diálogo de las diferentes cuestiones cotidianas que nos atañen a todos? ¿Dónde quedarán los espacios que dinamizan e impulsan la participación civil? Todo lo que han luchado los dirigentes locales, políticos de a pie, en pos de la convivencia, ¿quedará en nada? ¿Qué será de la buena vecindad, la relación estrecha con la tienda de ultramarinos que tengo al lado de mi casa? ¿Tenemos derecho a imponer un determinismo mercantil en aras del progreso de unos pocos? Estos siempre serán unos privilegiados, por que poseerán los medios, las máquinas y demás cuestiones de orden corporativista.
Sus organizaciones siempre estarán por encima de otros intereses más humanistas. No querrán, ni dejarán, que perdamos el tren evolutivo; nos contagian su optimismo, sus ideales, sus métodos, en definitiva. Incluso sociedades tradicionales, rurales, ya se están amoldando a éstos (Véase Diario El Mundo, “La globalización según los indígenas”, Marzo de 1998/César González, Teotihuacan_México), ejemplo de naciones, identidades, que históricamente han estado enfrentadas y/o distantes en la geografía mundial, que han decidido limar asperezas y consensuar unas directrices que les permitan sobrevivir, puesto que se han visto imbuidas por una sociedad de valores cambiantes a favor del un nuevo mercado mundial. ¿Es esto un nuevo fundamentalismo? ¿O quizás, habida cuenta de que el hombre, desde la noche de los tiempos, siempre ha guerreado contra sus vecinos, no ha sabido entenderse ni relacionarse pero sí imponer su concepción de las cosas, está intentando fomentar otra forma de comunicación? ¿Necesita de nuevos ideales, creer en una nueva doctrina? ¿Estamos creando un terreno abonado a la adicción del consumo, sin más?
Mi planteamiento es virtualidad vs. tangibilidad, lo real y lo ficticio, es decir, la primera como algo supuesto, utópico, comprobable, pero que no permite una comunicación estrecha, sencilla, real, que nos dé un profundidad en el conocimiento del otro. Lo virtual flota, es frialdad; las percepciones, lo que hace aumentar lo cognitivo es cercano, por que es el otro el que te ayuda a conocerte. La emoción que experimentamos al leer una obra, un título, un autor es algo tan real que nos hace crecer. No dudo que la información que se obtenga a través de un soporte, el acceso que disponemos a costa del cableado, nos relacione en la distancia con algo también sublime, pero no deja de ser una suposición especulativa, que viene refrendada por otras opiniones, otros contextos e influencias. ¿Dónde está la experiencia directa? Recuerdo una charla en la Universidad de Verano de Menorca (13-09-03), cuando el eminente sociólogo José Mª Tortosa (U.Alicante), nos deleitó durante dos horas y media, que se me hicieron cortas. La información fue directa y me consideré un receptor privilegiado. ¿Hubiera sido lo mismo a través de la red? Lo dudo.
Por ello, creo que la globalización no deja de ser un término mecanicista, iguala matices para despersonalizar. Thomas Hobbes dijo que “...el hombre es un lobo…”, para él mismo y sus congéneres y las nuevas tecnologías serán, si no lo son ya, un arma de doble filo, donde el abuso puede crear un subdesarrollo, unas diferencias que excluirán y si no, crearán dependencias por que cuantificamos los hechos y las cosas. El adocenamiento no dejará espacio para el discernir, el ritmo será frenético. Y esa herramienta, útil para el descubrimiento, se convertirá en un elemento de un modismo más como tantos otros que nos invaden en un momento de la historia, que nos llevará a un cierto estilo de vida, elitista, en un espejismo creíble de obtención de mucha documentación en el menor tiempo. Pero, ¿sabremos qué hacer con ella? ¿Será un arma arrojadiza en pos de la presunción? ¿Tendremos la suficiente empatía para comprender su uso? La internacionalización que hace reseña el autor, a mi entender, es un paradigma superfluo, pues sólo lo hacen, o harán, los que disponen de tecnologías, palabra considero prostituida, puesto que se utiliza sin propiedad significativa. Relacionando esto último, ¿qué tendrán que hacer los mapuches de Chile para sobrevivir en su entorno natural, expulsados de su entorno, dado que la construcción de una presa proveerá de energía en ese territorio? Ello convertirá su geografía autóctona en una inmensa central que abastecerá de electricidad a parte del cono sur de América. ¿Para conectarles al ciberespacio y que Caprabo venda sus productos on line? ¿Y si hay una disminución del suministro? Un apagón, vamos.
No quisiera olvidarme de otra cuestión que considero importante: la soledad, el individualismo, imperante desde hace ya algún tiempo y que está caracterizando a las generaciones actuales. Es consecuencia de la modernidad y el avance técnico, puesto que las comunicaciones generan un hedonismo que aísla. Pero es la paradoja: solos pero superconectados, con cantidad de información, pero pendientes de una pantalla. Orwell ya lo tuvo claro. O no.

En la Facultad de Documentación, año 2002-03 ( después volví  y "abracé" la antropología ).

jueves, 6 de agosto de 2009

Feelings







































Otra vez retorné a los territorios de ilusión. Siempre me han apetecido esos espacios que, a poco tiempo de mis lugares de residencia habitual, he considerado cercanos la mayoría de las veces en muchos aspectos. Ya dije en otro post lo que creo de la lejanía: un aspecto más de lo relativo. Geografías de sueños y crecimiento. No sé por qué ni cómo, pero su descubrimiento ha garantizado éstos a cualquier hora y por cualquier circunstancia, solo o acompañado, con lluvia o sol impenitente, en grupo o con una meta laboral a realizar.
La lluvia parecía frenar mis ganas de comunicar aquella tarde gris de triste recibimiento. Con la soledad gestionada al milímetro, quise hacer propio algo distante, pues lo sentía de profunda pertenencia. Los deseos y las gentes están para vivirlos... Por eso me alegré al volverla a ver, aunque no fuera ella. Y encontré otro encanto... Esa es la riqueza.
La tarde era apacible, esta vez. Los últimos rayos solares permitían un disfrute de su calor hasta el ocaso. Pasear por la orilla me dejó buenas sensaciones que, sinceramente, añoraba. En ocasiones, tienes que volver a aquellos y saber dónde está tu lugar, si las épocas se repiten, transcurren, inciden en tu estado de ánimo o, simplemente, pasan inadvertidas sin consecuencias, finalizando sin más.

Ahora contemplo el trabajo de Óscar, célebre artista de la localidad, sobre el mito de Pasifae, aquella locura por la cual se entregaron dos seres sin pensar en lo convencional, pero con el sentir como meta de su mundano recorrido por este planeta incomprensible, pero bello a la vez, intenso y desafiante, aunque demoledor y turbio. Todo es un posible laberinto del cual no conoces entrada o salida ni el uso que de él se deriva y por qué existe. Posiblemente sea eso: caminos que no conducen a ninguna parte y son reflejo de la vida, como señala Mircea Eliade, historiador de las religiones, que la misión esencial del mismo es defender el centro; es decir, el acceso iniciático a la sacralidad…Pero somos codiciosos, como el rey Minos... Y recordé que sigo sintiendo... que sigo siendo de donde siento.