jueves, 30 de abril de 2009

¿Dudas razonables?






















































Ahora que los universos se estrechan y las relaciones formales se distancian, ahora que el mundo está pendiente de un resfriado con más extensión que gravedad y nadie se acuerda ya _¿por qué será?_ de la tan manida y susodicha crisis que tanto está cambiando esquemas y mentes (y no sólo los bolsillos), y los traseros más glamorosos de la realeza y diplomacia europea campan por la prensa para mayor regocijo de aburridos, faltos de argumentos textuales; ahora que lo que más preocupa es, no comercializar, sino la ubicación de un  proyecto y posterior elaboración de un tanque que surque las carreteras del estado _no deja de ser “cutre” la cuestión, pues, ¿quién lo va a comprar?_, conviene pensar si sabemos disfrutar cual epicúreo sujeto que no atiende a la estigmatización e individualización de la responsabilidad que ejercen los poderes fácticos (¡oh, dios, han vuelto!) para mayor sometimiento del individuo en un ámbito social ciertamente amplio. Es preocupante que nadie se acuerde de Heráclito y sí de Aristóteles. ¿Sabemos saborear los buenos momentos? ¿Los buscamos? ¿Cuidamos a/de los nuestros en pos de lo placentero que fomente la confianza, ese elemento que ha desaparecido, parece ser, de la faz del planeta? Por que son personas las que generan riquezas, el crecimiento espiritual, no las estadísticas, los miedos y demás látigos de apocalipsis varias. El maquillaje y el entretenimiento son correctos en las obras de teatro y diversas filmografías al uso. Quizás Dante tenía razón: la comedia es divina para ejercerla.