Me gustan los amaneceres de febrero. Desde hace mucho tiempo... Una vez el frío ha asentado temperaturas y contrastes, la atmósfera se levanta limpia cada día. No desmerece el aprovechar el paseo a la salida del sol para darse el gustazo con matices y glorias, salpicado éste de brumas o cromatismos varios. Es uno de los pocos momentos en que el astro rey es honrado, cabal y sincero, hasta que el horario le infunde otros usos y consideraciones. Pero siempre está ahí, aunque la meteorología sea adversa a personas y acontecimientos.
Recordé una frase que entresaqué de una entrevista a uno de los mejores filósofos que tiene el documental fotográfico, ex-profe y revelador de la imagen en su significado más íntimo y ontológico... "la memoria no es la que conserva lo vivido, sino la que selecciona lo recordado..."
Por eso quiero empaparme de esos amaneceres de febrero mientras viva por que me recuerdan a un fígaro estimado, muy especial, responsable de que yo esté por estos pagos, aquél que tenia semejanzas con el carácter de esa luz que nos ilumina por las mañanas. Un fiel exponente de la fama que tuvo el personaje en la ficción. Un apelativo que no le desmereció, que reflejó sus características más obvias cual protagonista cervantino o de la musicada obra mozartiana. Por que una peluquería no deja de ser un pozo de sabidurías varias, impulsora del buen rollo, de las sabiendas, del hermanamiento y de la confidencialidad. Y siempre a través de una figura catalizadora, inteligente, capaz y sagaz, equilibrador de impulsos y sensaciones, provocador de cultura y ávido de ella. No en vano sus descendientes y familiares escogieron disciplinas relacionadas con ésta.
He necesitado de una instantánea para seleccionar sólo un recuerdo, que ha sido suficiente para mantenerle con vida.
Por ello, ahora contemplo el alba como una escena inmensa que abarque la sencillez y claridad de su ejemplo. Y que no se me olvide ese recuerdo...
He necesitado de una instantánea para seleccionar sólo un recuerdo, que ha sido suficiente para mantenerle con vida.
Por ello, ahora contemplo el alba como una escena inmensa que abarque la sencillez y claridad de su ejemplo. Y que no se me olvide ese recuerdo...