lunes, 9 de febrero de 2009

Estirar



























“Estiramos más la manga que el brazo”… dijo, utilizando el refranero. Así de contundente fue. Coincidí con él después de un tiempo en un bar de esos que disfrazan estilo y postín en la periferia de la ciudad, pero con un menú que no reviste más normalidad y seriedad que lo acostumbrado para el nivel que debe exigirse y el precio que se abona. Ahora que hay que apretarse el cinturón realmente, impera la moda de no cocinar los fines de semana y los denominados “to take away” adaptados se están llevando la palma y la calle a todo transeúnte que, como forma de ocio, tiende a visitar estos espacios que disponen de añadidos como charcuterías, vinacotecas, tienda de degustación y demás variantes culinarias. En su interior, hay un espacio donde la cocinera es como las de antes, o sea, como nuestra madre. ¡Y están a rebosar!

Apropiándonos de la calidad de las viandas en cuestión, este ávido lector de un rotativo de derechas, mordaz impenitente y demasiado parcial para mi gusto, (aunque esto último refiriéndome a las lecturas correspondientes y no a los platos asignados) me explicó su particular visión de la tan manida crisis que todos padecemos, incluido él, que tanto le toca como pensionista. Un bla, bla muy extenso. Él, que nació y vivió una posguerra cómoda y ahora se encuentra habitando barrio complejo de ciudad populosa con vecinos de otras nacionalidades que trabajan hasta en domingo, si es necesario. La afirmación con que encabezo el comentario viene a cuento de que, siempre según la perspectiva de este distinguido comensal, “… en esta península siempre nos hemos dado al alardeo como competición. Pertenecemos a un tipo de tribu que, desde los íberos, hemos peleado siempre por lo nuestro, sin atisbo de solidaridad y con la única obsesión de tener más que el vecino. Ni con la venida de los romanos, por mucho imperialismo que pretendieran inculcar, nos hizo cambiar el carácter y como dijo un tal Meliá, político a las ordenes de Suárez, somos un pueblo que tiene las opciones de adaptarse o le pasan por la piedra. Y claro, tenemos demasiado orgullo. Y este es el problema: como no tenemos otra cosa, eso nos queda, siendo nuestro principal mal. El empresario que crea una empresa quiere tener, al finalizar un ejercicio económico, un chalet y un supercoche aparcado en la puerta. Y, por supuesto, mirar de soslayo. Parece que el no triunfar sea pecado. Eso es lo que ha quedado en el tejido de este territorio. No sé por qué nos sorprendemos. Todos buscamos lo mismo. Y cuando viene una hecatombe, que supongo ha habido y habrá, al dejar de ganar lo que se ha previsto, se proclaman pérdidas económicas. Es una obscenidad; y una falta de ética…”

Debo decir que las palabras de mi ocasional contertuliano me impresionaron. Sobre todo por que se hacen con el estómago lleno. Al menos, parcialmente; es el momento en que despotricamos mejor. Me vino a la mente otra conversación, esta vez más allá de estas fronteras, pero de similares intenciones. Esta vez el interlocutor poseía, creo que todavía dispone, tierras en Cisjordania, cuatro mujeres y una ocasional ocupación laboral de guía turístico en el país de al lado. Y debe mediar constantemente con una situación difícil, dada la conflictividad en la zona. Abogaba, defendiendo con vehemencia pero degustando un té, que el dinero es lo que mueve el mundo, por mucho que los dioses y los hombres se empeñen en lo contrario. Cada individuo sobrevive como puede y el supremo le da a entender. Los sorbos de té eran un detalle gratuito por haber entrado a comer en un restaurante de carretera de los que era adjudicatario de beneficio por tantas personas que consumieran en él. Me pregunto si Isiah, allá por la inmensidad del sud-Sahara senegalés, con su cocina de quita y pon, puede opinar de algún modo mientras muele el mijo diario para los suyos.

Por cierto, el montante de la cuenta no la pagué; fui invitado al finalizar la sobremesa. Hoy, la ensalada tropical estaba sabrosa. Será que lo gastronómico nos permite medir nuestro estado del bienestar.

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