jueves, 6 de agosto de 2009

Feelings







































Otra vez retorné a los territorios de ilusión. Siempre me han apetecido esos espacios que, a poco tiempo de mis lugares de residencia habitual, he considerado cercanos la mayoría de las veces en muchos aspectos. Ya dije en otro post lo que creo de la lejanía: un aspecto más de lo relativo. Geografías de sueños y crecimiento. No sé por qué ni cómo, pero su descubrimiento ha garantizado éstos a cualquier hora y por cualquier circunstancia, solo o acompañado, con lluvia o sol impenitente, en grupo o con una meta laboral a realizar.
La lluvia parecía frenar mis ganas de comunicar aquella tarde gris de triste recibimiento. Con la soledad gestionada al milímetro, quise hacer propio algo distante, pues lo sentía de profunda pertenencia. Los deseos y las gentes están para vivirlos... Por eso me alegré al volverla a ver, aunque no fuera ella. Y encontré otro encanto... Esa es la riqueza.
La tarde era apacible, esta vez. Los últimos rayos solares permitían un disfrute de su calor hasta el ocaso. Pasear por la orilla me dejó buenas sensaciones que, sinceramente, añoraba. En ocasiones, tienes que volver a aquellos y saber dónde está tu lugar, si las épocas se repiten, transcurren, inciden en tu estado de ánimo o, simplemente, pasan inadvertidas sin consecuencias, finalizando sin más.

Ahora contemplo el trabajo de Óscar, célebre artista de la localidad, sobre el mito de Pasifae, aquella locura por la cual se entregaron dos seres sin pensar en lo convencional, pero con el sentir como meta de su mundano recorrido por este planeta incomprensible, pero bello a la vez, intenso y desafiante, aunque demoledor y turbio. Todo es un posible laberinto del cual no conoces entrada o salida ni el uso que de él se deriva y por qué existe. Posiblemente sea eso: caminos que no conducen a ninguna parte y son reflejo de la vida, como señala Mircea Eliade, historiador de las religiones, que la misión esencial del mismo es defender el centro; es decir, el acceso iniciático a la sacralidad…Pero somos codiciosos, como el rey Minos... Y recordé que sigo sintiendo... que sigo siendo de donde siento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario